Soy ingeniero industrial químico con una maestría también en ciencias de ingeniería química, laboré 7 años en el área de investigación, 3 años en el área de producción y llevo casi 2 años en docencia. De lo que he hecho lo que más me ha gustado ha sido la investigación, pero siempre va de la mano con la docencia. De mis primeros trabajos, el que me dejó mayor satisfacción fue el ser investigador, ya que es una de mis principales pasiones y siento que contribuyo con el desarrollo de mi país al contribuir con algo nuevo.
La industria me pareció muy fría, y poco enfocada al ser humano, siempre exigiendo cantidades, metas, planes de producción, pero muy alejada del interés por el ser humano, entre peor trates a los empleados te veían mejor tus jefes, con muy pocos o nulos reconocimientos por los logros alcanzados y nunca era suficiente lo que se hacía, si te quedabas 10 horas trabajando te exigían 12, si lograbas una producción record de 20 toneladas te quedabas corto porque esperaban 30, en fin, muy pocas satisfacciones. Con todo esto como antecedentes me surgió una gran inconformidad en mi desempeño laboral, así que decidí buscar otro trabajo para explorar otro horizonte, hice mi solicitud al SABES (Sistema Avanzado de Bachillerato y Estudios Superiores de Guanajuato), me llamaron para exámenes y entrevistas y decidieron darme la oportunidad como asesor interino, de eso ya hace casi 2 años, al principio pensé ¿qué tan difícil puede ser enseñar a adolescentes?, si pude mantener bajo control gente adulta creí que los jóvenes serían “pan comido” para mi experiencia como capataz.
A pesar de haber dado capacitación a trabajadores en mi otro trabajo, la experiencia como docente es completamente diferente, tanto el ambiente en el que te desenvuelves como la actitud de los jóvenes ante mí, me hizo al principio sentirme desarmado, el tener que desenterrar conocimientos que no había ocupado en varios años y reaprender todo nuevamente (no quiero decir que lo hice desde cero pero si me costó un poco de trabajo “carburar” algunas materias que nunca había vuelto a ver y traducirlo a un nivel más abajo del que estaba acostumbrado) hizo surgir una desconfianza si había hecho bien en alejarme de mi anterior trabajo, a veces me cuestionaba ¿estaré haciendo lo correcto?. Me topé con pared cuando quise tratar a mis alumnos como a mis ex trabajadores, los muchachos no obedecen porque se lo mandes, y que siempre están dispuestos a cuestionarte, en cambio en la industria lo que uno decía era la ley y así tenía que obedecerse.
Conforme pasó el tiempo comencé a sentir más confianza en mí mismo, cada clase que termina y veo que mis alumnos entendieron lo que intenté explicarles me hace encontrar sentido a mi labor como docente. Cuando un ex alumno regresa para buscarme y me solicita que le explique algo que está viendo en su licenciatura me hace pensar: ¡caramba, no hice tan mal mi trabajo!. Tiempo después me dieron mi base y con ello comenzó mi tranquilidad económica y emocional (económica por tener la seguridad de un empleo seguro y emocional por estabilizarme en un solo lugar sin estar a la expectativa de a dónde me tendría que ir).
Como maestro me ha permitido acercarme más a mi lado humano, tener pequeñas gratificaciones diarias (y uno que otro tropiezo), y sentir que colaboro un poquito con el desarrollo de muchachos con potencialidades que en algún momento serán el futuro de nuestro país, conocer a los jóvenes de esta nueva generación es un reto, su forma de pensar y tomar las cosas a veces en serio y otras veces a la ligera me llega a confundir, reconozco que aún no alcanzo el nivel que deseo lograr como maestro, me falta mucho camino, necesito actualizarme, aprender a utilizar nuevas técnicas, métodos y herramientas didácticas, en fin, llenarme de “armas” para luchar en esta guerra educativa, no con el fin de derrotar a nadie, sino de que todos logremos triunfar en nuestras batallas diarias de enseñanza-aprendizaje, si alguien debe perder en esta batalla es la ignorancia y el retroceso, pero ellos nunca han sido nuestros amigos.
También la docencia me ha permitido darme cuenta que lo que aprendí no es algo estático, sino que se mueve con la humanidad, conocimientos que antes eran una ley ahora son teorías obsoletas que han sido derrumbadas por las investigaciones actuales. De joven solamente habían 3 estados de la materia y 108 elementos en la tabla periódica, ahora hay 5 (posiblemente hasta 9) y 122 elementos, esto me hace pensar que lo que sabemos hoy quizás para mañana ya sea obsoleto o rompa completamente de nuevo con todos los paradigmas que habíamos creído y que nos sujetábamos de ellos como una tabla en medio del mar.
Así que mi objetivo es obtener el mayor provecho posible de esta especialidad y aplicarlo de la mejor forma en mis clases, y por qué no, en mi desarrollo personal, tengo un par de hijos de 1 y 3 años y algún día serán adolescentes y con algo de experiencia creo que lograré educarlos de una mejor manera.
La industria me pareció muy fría, y poco enfocada al ser humano, siempre exigiendo cantidades, metas, planes de producción, pero muy alejada del interés por el ser humano, entre peor trates a los empleados te veían mejor tus jefes, con muy pocos o nulos reconocimientos por los logros alcanzados y nunca era suficiente lo que se hacía, si te quedabas 10 horas trabajando te exigían 12, si lograbas una producción record de 20 toneladas te quedabas corto porque esperaban 30, en fin, muy pocas satisfacciones. Con todo esto como antecedentes me surgió una gran inconformidad en mi desempeño laboral, así que decidí buscar otro trabajo para explorar otro horizonte, hice mi solicitud al SABES (Sistema Avanzado de Bachillerato y Estudios Superiores de Guanajuato), me llamaron para exámenes y entrevistas y decidieron darme la oportunidad como asesor interino, de eso ya hace casi 2 años, al principio pensé ¿qué tan difícil puede ser enseñar a adolescentes?, si pude mantener bajo control gente adulta creí que los jóvenes serían “pan comido” para mi experiencia como capataz.
A pesar de haber dado capacitación a trabajadores en mi otro trabajo, la experiencia como docente es completamente diferente, tanto el ambiente en el que te desenvuelves como la actitud de los jóvenes ante mí, me hizo al principio sentirme desarmado, el tener que desenterrar conocimientos que no había ocupado en varios años y reaprender todo nuevamente (no quiero decir que lo hice desde cero pero si me costó un poco de trabajo “carburar” algunas materias que nunca había vuelto a ver y traducirlo a un nivel más abajo del que estaba acostumbrado) hizo surgir una desconfianza si había hecho bien en alejarme de mi anterior trabajo, a veces me cuestionaba ¿estaré haciendo lo correcto?. Me topé con pared cuando quise tratar a mis alumnos como a mis ex trabajadores, los muchachos no obedecen porque se lo mandes, y que siempre están dispuestos a cuestionarte, en cambio en la industria lo que uno decía era la ley y así tenía que obedecerse.
Conforme pasó el tiempo comencé a sentir más confianza en mí mismo, cada clase que termina y veo que mis alumnos entendieron lo que intenté explicarles me hace encontrar sentido a mi labor como docente. Cuando un ex alumno regresa para buscarme y me solicita que le explique algo que está viendo en su licenciatura me hace pensar: ¡caramba, no hice tan mal mi trabajo!. Tiempo después me dieron mi base y con ello comenzó mi tranquilidad económica y emocional (económica por tener la seguridad de un empleo seguro y emocional por estabilizarme en un solo lugar sin estar a la expectativa de a dónde me tendría que ir).
Como maestro me ha permitido acercarme más a mi lado humano, tener pequeñas gratificaciones diarias (y uno que otro tropiezo), y sentir que colaboro un poquito con el desarrollo de muchachos con potencialidades que en algún momento serán el futuro de nuestro país, conocer a los jóvenes de esta nueva generación es un reto, su forma de pensar y tomar las cosas a veces en serio y otras veces a la ligera me llega a confundir, reconozco que aún no alcanzo el nivel que deseo lograr como maestro, me falta mucho camino, necesito actualizarme, aprender a utilizar nuevas técnicas, métodos y herramientas didácticas, en fin, llenarme de “armas” para luchar en esta guerra educativa, no con el fin de derrotar a nadie, sino de que todos logremos triunfar en nuestras batallas diarias de enseñanza-aprendizaje, si alguien debe perder en esta batalla es la ignorancia y el retroceso, pero ellos nunca han sido nuestros amigos.
También la docencia me ha permitido darme cuenta que lo que aprendí no es algo estático, sino que se mueve con la humanidad, conocimientos que antes eran una ley ahora son teorías obsoletas que han sido derrumbadas por las investigaciones actuales. De joven solamente habían 3 estados de la materia y 108 elementos en la tabla periódica, ahora hay 5 (posiblemente hasta 9) y 122 elementos, esto me hace pensar que lo que sabemos hoy quizás para mañana ya sea obsoleto o rompa completamente de nuevo con todos los paradigmas que habíamos creído y que nos sujetábamos de ellos como una tabla en medio del mar.
Así que mi objetivo es obtener el mayor provecho posible de esta especialidad y aplicarlo de la mejor forma en mis clases, y por qué no, en mi desarrollo personal, tengo un par de hijos de 1 y 3 años y algún día serán adolescentes y con algo de experiencia creo que lograré educarlos de una mejor manera.